Estos momentos, a veces días, de satisfacción tan plena hacen que todo valga.
En cuanto a nosotros, lo puedo comparar a ese ataque de ansiedad de varias horas en plena madrugada, ése que poco después fue un viaje de sabores a Roma.
En cuanto al mundo, podría decir que es un tsunami en sentido inverso.
Equilibrio de emociones, tal vez.
Cuando esperé durante años para que los espejos de clase tuvieran una barra y un platito con talco, fue esperar.
Cuando me animé a ir a Hélade, regresé.
Cuando decidí volver a probar, anclada al suelo, salió de mí.
Esperas, vives y repites.
Vives.
Y si las paredes del mundo no tuvieran la luz del sol?
Y si todo fuese igual que en otro tiempo?
Y si mi inseguridad queda restringida a días y personas concretas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario